lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuestión de minutos y una parada de autobús.

Llegar vestida con ese conjunto nuevo, que te lo has puesto con toda la ilusión del mundo. Las puntas recién arregladas, y el pelo recién planchado que resalta tus facciones. Hoy te has maquillado con esa sombra de ojos que te pones en los momentos más especiales, y te has echado dos capas de ese rímel tan caro que anuncian a todas horas en la tele, que te hace las pestañas kilométricas. Dos gotitas de Channel nº5 , y estás perfecta. Y esperas, y esperas, y esperas... Hasta que escuchas todo lo que tenías que saber. Y te das cuenta de que has perdido el tiempo escogiendo ese modelo, que ya no te favorece tanto. Que el pelo planchado en realidad, resalta tus facciones, sí, pero las menos bonitas. Que la sombra de ojos y el rímel ya no están donde deberían estar, y que se te olvidó preguntar si eran cosméticos resistentes al llanto. Las dos gotas de perfume se han evaporado, y ahora solo hueles a fracaso, a desesperación, a tristeza... Y ya no estás tan guapa como creías. ¿Moraleja? Que tú tienes que ser de esas que se sientan guapas aun sin pasar por el taller de chapa y pintura. Porque si no te aceptas tú misma como eres en realidad, nadie lo hará. Así que, recuerda, que para el mundo ya eres jodidamente perfecta, por naturaleza. Quien se enamore de ti, también lo hará de tus imperfecciones, estate segura. 

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