domingo, 4 de marzo de 2012

Siete normas de los buenos hábitos

La primera, e indiscutible, es sonreír; por mí, por quien quiera que sea, porque sonreír es lo único que merece la pena, y aún mas, si es por ellos. 
La segunda, sería que la escritura, la fotografía y la música sigan siendo los tres factores que me identifiquen, que él siga siendo mis ojos y que mi voz sea todo lo que digan mis palabras escritas.
La tercera es sentirme viva, hacer todo lo posible por vivir y no sentir, ser distinta al resto y vivir aún así a ras del suelo sin perder esa rareza que me caracteriza, aunque hubo quién dijo que yo era especial.
La cuarta es poder llegar a ser, llegar a ser lo que yo quiera, incondicional este tema, pero quizás esta norma, la que mas me tengo que repetir una y otra vez para que se convierta en un hábito.
La quinta es la obligatoria, y es que está prohibido sacarle los mayores defectos a las personas que me caen mal y las mejores virtudes de las que sí están en mi lista de admitidos, por supuesto, también esta terminantemente prohibido, sacar lo peor de mí. 
La sexta es seguir viajando, seguir conociendo, seguir viviendo experiencias que jamás viviré aquí y que siga estando prohibido poder olvidarte de tantos momentos, París, Brujas, Amsterdam, Venecia, Madrid, Barcelona, Salamanca, Mérida, porque tengo el corazón dividido en cada rincón de España y del mundo, aún a sabiendas de que serán personas que no volveré a ver en mucho tiempo, o nunca. 

La séptima, aunque es totalmente la más importante, son ellos, las personas que me han echo llegar hasta aquí y aquí me quedo, con ellos.